Tras la Segunda Guerra Mundial, todo estaba en ruinas: las casas, las ciudades, la esperanza de un futuro mejor. A partir de esta desolación, Friedrich Herzog zu Schleswig-Holstein se animó en 1949 y fundó la Fundación Louisenlund, un instituto de enseñanza secundaria independiente, reconocido por el Estado, con un internado basado en los principios educativos reformistas de su amigo y cofundador Kurt Hahn. Su visión de una institución educativa holística estuvo orientada al futuro desde el principio y ahora se considera un faro de la educación más allá de las fronteras de Alemania.